Los días previos al 8 de enero, día en que me reincorporaba al trabajo, comencé a hojear los dos últimos libros del poeta Joxean Artze con la intención de elegir un par de poemas con los que felicitar el año nuevo a mis alumnos. De hecho, procuro leerles o que lean de vez en cuando algo de poesía para que descubran que hay un mundo expresivo más allá del lenguaje ordinario (en los dos sentidos) y de las situaciones diarias en las que la comunicación es un tanto impostada y meramente instrumental. Un mundo expresivo de intuiciones y destellos, imágenes y simbolismos, sugerencias y visiones que rompe los límites y las cadenas de las palabras cotidianas y los significados establecidos.
Joxean Artze y el grupo Hits & Fits en el recital de 1994 Foto: Jesus Mari Uriarte |
Y, como si de una premonición se tratara, a la vez que hojeaba sus libros, yo ignoraba que Joxean Artze se disponía a vivir sus últimas horas. Me unía a él una relación de amistad desde que en el año 1994, junto a otros compañeros del grupo cultural Hits & Fits, participamos, tal y como podéis ver en las fotos, en su recital poético y audiovisual "Mundua gizonarentzat egina da, baina ez gizona munduarentzat" (El mundo está hecho para el hombre, mas no el hombre para el mundo). Durante estos años intenté aprender lo máximo de él, tanto de nuestras conversaciones como de sus libros, donde expresaba de una manera propia esa sabiduría perenne que ha perdurado a través de los siglos en distintas tradiciones espiritualistas filosóficas y religiosas, desde la cual criticaba también de forma radical la deshumanización y la pérdida de valores universales de la sociedad actual, así como, en un plano más local, la pérdida de la identidad cultural vasca que se manifiesta, sobre todo, a través del euskara, idioma al que supo extraer una renovada fuerza y posibilidades expresivas sin desconectar, a la vez, de ese carácter o sentido profundo y primigenio de lo vasco ("euskal sena").
Joxean Artze en el recital que hicimos con él en el año 1994. Foto: Jesus Mari Uriarte |
Quien quiera entrar en su mundo, le recomiendo leer (y releer) "Ortzia lorez, lurra izarrez" (algo así como "Un firmamento de flores, un mundo de estrellas"), "Mundua gizonarentzat egina da, baina ez gizona munduarentzat" (antes mencionado), así como sus dos últimos libros: "Heriotzaren ataria dugu bizitza" ("La vida es el umbral de la muerte") y "Bizitzaren atea dukegu heriotza" ("La muerte será la puerta a la vida"). Esperemos que los libros que debían seguir a estos (y que ni él mismo sabía cuántos serían debido a la prolífica inspiración con la que había vivido estos últimos años) vayan viendo la luz. Recomiendo también no solo leer los poemas, sino "visitarlos", es decir, coger el libro (hechos con mucho mimo y casi artesanalmente), tocarlo, acariciarlo, hojearlo, leer el poema despacio, dejándote llevar por el ritmo, la musicalidad y los sonidos, apreciarlo, volver sobre él otro día, relacionarlo contigo, con tu vida o con tu tiempo, degustarlo, relacionarlo con el anterior o posterior (el orden de los poemas nunca es casual o arbitrario)...
Ez adiorik, Joxean, no voy a ponerte en el compromiso de que, si hay esa otra vida en la que tú tanto creías y cuya prueba era la existencia del Amor, me envíes una señal. Si es tal y como tú creías, espero que algún día podamos volver a darnos uno de esos abrazos lentos y reconfortantes que nos dábamos cada vez que nos volvíamos a encontrar. Si no es así, si no hay nada más allá y solo venimos de una nada eterna para volver a otra, me alegro de haber coincidido contigo, entre nada y nada, y te agradezco todo lo que generosa y entrañablemente nos diste.
Os dejo con los poemas que elegí para felicitar el año a mis alumnos. Me he tomado la licencia de traducirlos al castellano. ¡Feliz año 2018!
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