El pasado lunes 7 de agosto me reencontré con los amigos de la filosofía de Benavente. Nos reunimos alrededor de 25 personas, la mayoría mujeres, como podéis apreciar en la foto, y de distintas edades. Aproveché la ocasión para agradecer a Antonio Vega, concejal saliente de Bienestar Social, Cultura y Educación el interés que mostró hace 7 años en la propuesta que le hice para realizar primero sesiones de filosofía para niños y luego cafés filosóficos en verano. Y también agradecí a Mercedes Benítez, la concejal entrante, por haber mantenido este año el café filosófico, aderezado, además, por fruta, pastas, café y agua para los asistentes. Y también, cómo no, agradecí a los asistentes habituales y a los nuevos que se acercan con curiosidad y ganas de pensar en grupo.
He aquí las preguntas que se plantearon:
- ¿Cuál será el rol de la familia en la sociedad futura?
- ¿En qué influye más la autoestima de una persona: en su calidad de vida o en su productividad?
- ¿Por qué se permite eliminar campos de girasoles y se permite plantar placas solares?
- ¿Qué caminos existen para encontrarse uno consigo mismo?
- ¿Qué hace que nos dejemos llevar por el entorno?
Tras un empate entre la 1 y la 5, salió ganadora la 5. Fue una sesión sobre todo de profundización, pues era una pregunta que admitía diversas respuestas compatibles entre sí. Destaco, no obstante, el trabajo de conceptualización que se hizo, pues pedía a cada participante que eligiera una palabra que contuviera lo esencial de su respuesta, lo cual no siempre resulta fácil, así como expresar, antes de hablar, el propósito de su intervención. También apareció esa humildad intelectual que consiste en reconocer la dificultad o imposibilidad de articular lingüísticamente las ideas y que solventamos con la colaboración de otros participantes. Interesante también la aportación de una participante que al principio confesó que desconocía qué era la filosofía y a lo largo de la sesión fue descubriendo que la filosofía consiste en hacer preguntas.
He aquí algunas respuestas sobre qué hace que nos dejemos llevar por el entorno:
La rutina, pues los horarios, tareas, obligaciones y responsabilidades nos envuelven de tal manera que nos dejamos arrastrar por la forma en que organizamos los días.
La autoestima, pues una baja autoestima hace que uno no se valore a sí mismo y valore más a la gente de su entorno, por lo que tenderá a dejarse llevar por los demás. Una buena autoestima, por el contrario, hará que uno se valore más a sí mismo y mantenga cierta autonomía con respecto al entorno.
La desconexión con uno mismo, pues no nos permitimos reflexionar y dedicar un tiempo a analizar lo que sentimos, de tal manera que vivimos volcados hacia el entorno y desconectados de nosotros mismos.
La productividad, pues el entorno económico nos empuja a ser productivos y obtener resultados. Frente a este afán productivo apareció el ocio, que fue interpretado de dos maneras. Por una parte, hay un ocio productivo en la medida en que el ocio puede ser también una actividad consumista. Por otra, habría un ocio no productivo y no consumista. Este último podría ser una manera de conectarnos con nosotros y, recordando otra pregunta que se planteó al principio, un camino para encontrarse con uno mismo.
La falta de recursos, pues en la medida en que no tenemos las necesidades básicas cubiertas, vamos a depender del entorno. Asimismo, solo una gran resistencia al consumismo hará posible no dejarse llevar por el entorno.
La información y la publicidad, pues los constantes estímulos provenientes de ambas fuentes nos atrapan.
El miedo a ser rechazados o marginados, pues necesitamos ser aceptados por el entorno, lo cual se relacionó con la autoestima, pues el miedo será mayor con baja autoestima y menor con alta autoestima.
La comodidad, pues el entorno es como una corriente de agua y si nos dejamos llevar por ella, viviremos mejor adaptados y con mayor bienestar, de lo contrario, ir a contracorriente será molesto y hasta peligroso.
Las expectativas que nos ponemos, bien sea como autoexigencias o para satisfacer las expectativas que los demás depositan en nosotros.
La propia decisión libre de dejarnos llevar por el entorno. Fue curiosa esta respuesta, pues parecía que las anteriores señalaban factores que hacían que de manera irremediable me deje llevar por el entorno, algo que, según esta respuesta, sucede porque yo quiero que suceda. Bastaría que yo decidiera que no, para que los anteriores factores no tuvieran la fuerza determinante.
Como veis, fue una sesión muy rica en respuestas. Pido disculpas a la responsable de Casa Solita por pasarnos de la hora, pero es muy estimulante estar con gente que quiere seguir pensando y, en el buen sentido, no hay manera de echarla, ja, ja. No en vano alguien remarcó que este tipo de actividad es algo que necesita España desde hace muchos siglos, pues no deja de ser una actividad que crea comunidad entre diferentes, algo necesario en la convivencia democrática.
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