"Estamos asistiendo a la emergencia del derecho emocional a sentirse ofendido. Ser ciudadano para el ´pensamiento crítico' es ser... víctima de alguien o de algo: del poder, del neoliberalismo, de las grandes empresas, del patriarcado, de la violencia simbólica... La libertad de expresión ha de acabar allí donde empieza una identidad herida que, por sentirse herida, cree poseer una dignidad merecedora de un respeto incondicional. Lo patético se blinda con un caparazón de erizo contra cualquier posibilidad de refutación... En no pocas universidades la sensibilidad emocional es el límite de la libertad de expresión. El problema es que estos alumnos son excesivamente frágiles, hipersensibles y maniqueos y la sobreprotección los fragiliza más. Ya no se los prepara para manejar pequeños conflictos, sino para ser compadecidos. No aceptan el libre pensamiento porque su misma existencia los obligaría a convivir con tesis que consideran ofensivas. El victimismo no sabe negociar. De esta manera las mismas universidades están colaborando en la brutalización de la razón". Y más adelante: "Las ideologías parten del supuesto de que la historia es una máscarada trágica que es preciso denunciar, pero para ello, más que persuadir, a lo que aspiran es a la hegemonía de sus prejuicios". (En busca del tiempo que vivimos. Fragmentos del hombre modernos. Gregorio Luri, Ediciones Deusto, 2023, pág. 112 y 115).
En este mismo capítulo, Gregorio Luri habla de Robin DiAngelo, creadora del concepto "la fragilidad blanca", que tampoco tiene desperdicio.
Doy la palabra ahora a Guillermo del Valle en su obra La izquierda tracionada:
"Volviendo a la implosión del debate racional..., el gran problema de la ideología woke, y en general de todas las impugnaciones irracionales de la izquierda, es la apelación al sentimiento, una verdadera excusa para evitar el debate. Lo dice Félix Ovejero en una respuesta a Julio Valdeón en La razón en marcha: ´La locura es lo sucedido con la estrategia woke. Más o menos, la cosa funciona así: Esta idea puede que sea veraz, pero no quiero discutirla porque me ofende sea o no cierta. Se trata de la cancelación de la razón en nombre del sentimiento. O, peor aún, de convertir el sentimiento en argumento. Esto me ofende, entonces es falso. Es creer que una emoción puede justificar una prohibición, que te permite acallar a los demás´. Y continúa: "Así están las cosas. Por el flanco derecho, asomando una reacción identitaria de corte trumpista... que vuelve a invocar la tradición como argumento, en su versión más genuinamente reaccionaria. Aún más triste, desde el flanco de las izquierdas, herederas de la mejor tradición racionalista, empecinadas en sus vertientes identitarias en practicar un moralismo censor y sentimentalizando el debate público hasta poner en tela de juicio la mera posibilidad de que este discurra por cauces racionales. El debate público, debido a las derivas irracionalistas de la izquierda reaccionaria, ha quedado encapsulado y degradadado". (La izquierda traicionada. Razones contra la resignación, Guillermo del Valle, Península, 2023, pág. 143-144).
En fin... Se dice que en el frontispicio de la Academia de Platón estaba escrito el lema: "Nadie entre aquí que no sepa geometría". Ahora habría que cambiarlo y a la entrada de las universidades y debates poner un cartel bien grande: "Nadie entre aquí que se ofenda por las ideas y las críticas", porque ¿se puede dialogar racionalmente con un ofendido?
Yo tiraría por la vía de Soto Ivars. No es un fenómeno novedoso. Lo novedoso es que no hay tantos muros. Al menos eso es un factor.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, pero ¿a qué tipo de muros te refieres? Sentirse ofendido no es un muro para dialogar?
EliminarNo he sido claro. Me refería a que ahora mismo hay más posibilidades de que un mensaje trascienda a otro publico del que fue objetivo, o entrometerse en el espacio de otros.
EliminarEsto no es una explicación de sus formas y dinámicas actuales, solo una observación de que parece que se nos olvida que Quevedo se sableaba por la honra y en algún pueblo se habrá dado que faltar al saludo haya sido motivo de enquistamiento.
Gracias Pello, por compartir esto. Me parece un análisis y una reflexión excelente y de un exquisita precisión. Mi propia reflexión concuerda con lo que tan elocuentemente describen los autores. Me viene a la mente un marcapáginas editado por un Ayuntamiento, creo que el de Urretxu, que encontré hace poco. En el marcapáginas está impresa una apócrifa Declaración de los Derechos Humanos de la ONU en la que Derecho a la Libertad de Expresión no es el original, y ha sido re-redactado por quien diseñó (o aprobó) el marcapáginas para recortar dicho derecho en aras de la protección del sentimiento de ofensa de quien escucha la opinión. Me pareció triste y grave cuando lo vi. En fin. Es importante que los que no estamos de acuerdo con esta deriva sigamos haciéndonos oír. Gracias a estos autores y a ti por compartir.
ResponderEliminarGrcias por tu comentario. No he entendido muy bien lo del marcapáginas. Me gustaría saber más detalles. Si quieres, me escribes al correo (pello@ugleskola.eus).
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