(Faltan dos) |
Comenzamos a las 10:00 de la mañana con un taller de argumentación de la mano de Mercedes García. El ejercicio consistió en pensar una pregunta que nos interesara tratar. Luego se repartieron las preguntas de tal forma que a nadie le tocara la suya y, a continuación, cada uno tuvo que responder a la pregunta que le había tocado y argumentar sus respuesta de manera breve, es decir, aportando alguna idea que justificara su respuesta. Por último, se eligieron dos preguntas y se trabajaron los argumentos: si el argumento es claro o confuso, adecuado o inadecuado a la pregunta, completo o incompleto, pertinente o no, si tiene sentido o no, y buscamos problemas para ver cuáles podrían ser las limitaciones del argumento y cómo mejorarlo. No criticábamos tanto el contenido del argumento (pues suelen ser cuestiones en que se puede defender una cosas y su contraria), como la forma en que estaba expresado. Por ejemplo, uno puede encontrar un argumento claro, adecuado, pertinente, con sentido... y no estar de acuerdo con lo que dice. Los argumentos trabajados fueron los que respondieron a estas dos preguntas: a) ¿Cómo vamos adquiriendo conciencia de nuestra muerte? b? ¿Por qué me autorreprimo tanto?
A las 12:00 nos tomamos un café y a las 12:30 iniciamos el taller de interpretación. Interpretar es dar un significado o sentido a una palabra, gesto, mirada, expresión, objeto... o una imagen. Este taller lo guié yo y elegí el cuadro que veis en la foto. Pedí a los participantes que lo observaran detenidamente; que eligeran tres elementos que les llamaran la atención y que dijeran por qué les llamaban la atención y, por último, que le dieran al cuadro un título que capturara el sentido global del cuadro. El ejercicio me resultó sorprendente por la diversidad de interpretaciones que aparecieron, por la dificualtad de establecer en algunas ocasiones el límite entre una interpretación adecuada y bien fundamentada, y una interpretación inadecuada por no estar basada en lo que se veía en el cuadro. Vamos, el mismo problema que encontramos en nuestras relaciones habituales cuando decimos (o nos dicen) cosas como: "me malinterpretas", "yo no he querido decir eso", "de dónde sacas que yo he dicho eso", es decir, qué pone uno de sí mismo cuando va a interpretar las palabras de otro y hasta qué punto eso es lícito.
Nos fuimos a comer al restaurante Bide-Bide, disfrutamos un rato del sol, mostramos la ermita de La Antigua a quienes no la conocían y a las 16:30 volvimos a UGLE para continuar con el taller de supuestos de la mano de Sara Dorrego. Llamamos supuesto a todo aquello que podemos deducir de una persona a partir de lo que dice. Por ejemplo, dada la pregunta: ¿Debe estar la libertad individual por encima del bien común?; ¿qué podemos deducir de una persona X que hace esa pregunta? El ejercicio consistía en extraer cinco supuestos probables (ya que lo posible es casi ilimitado), es decir, si X hace esa pregunta, X piensa..., X siente o se siente..., X quiere..., X tiene... o cualquier otro. Este taller resultó arduo pero muy enriquecedor, pues analizamos cada supuesto casi con bisturí para ver si podía desprenderse de la pregunta o no. Tras un descanso, volvimos al último taller también con Sara. En este taller hicimos una consulta filosófica individual, o sea, un diálogo cara a cara con una persona que plantea una pregunta que le preocupa. A partir de la pregunta anterior y de las respuestas del consultante, fuimos proponiendo y eligiendo qué preguntas se le podría hacer para ayudarle a pensar, a clarificarse y a conocerse mejor.
Terminamos con una valoración general de la jornada en la que se pidió a los asistententes un comentario y un par de conceptos que expresaran lo positivo y lo negativo de la experiencia vivida.
En mi caso, al principio tuve dudas de poder reunir a un número mínimo de personas que se encerraran un sábado entero para pensar, pues no es una actividad que atraiga a mucha gente. Por ello, quiero agradecer a los asistentes su presencia. A los ya conocidos y a los que conocí, como a las personas de Jakinmin Elkartea, que trabajan la filosofía para niños. Pienso que compartíamos el inmenso placer que supone encontrar a gente muy diversa con la cual se puede pensar en grupo en un ambiente de libertad y respeto. Creo que es algo impagable, pues te da la sensación de autorrealización, de hacer algo que, como seres racionales y sociales que somos, nos corresponde hacer.Gracias también a Urola Garaiko Lanbide Eskola por la ayuda recibida para poder hacer este encuentro.
¡Ah! Al final Naiara nos "graduó" con el pin "Filoso@ Bikaina" (Filósof@ excelente).
Espero repetir la experiencia.