lunes, 6 de junio de 2022

DIÁLOGOS EN URRETXU: ¿POR QUÉ SOMOS TAN RIGUROSOS CON ALGUNAS PERSONAS?

Este miércoles 8 de junio haremos el último diálogo organizado por el ayuntamiento de Urretxu. Será a las 18:30 en la Casa de Cultura.

El pasado 18 de mayo nos reunimos 10 personas para hablar de por qué somos tan severos y rigurosos con algunas personas, tema que se propuso en la primera sesión y al que, por fin, le hincamos el diente. Lo hicimos en euskara y la palabra que se utilizó fue "zorrotza", que traduje por "riguroso" o "severo".

En una primera fase pedí que se definiera de alguna manera en qué consiste ser riguroso o severo y que se expusieran los aspectos positivos y negativos. He aquí algunas aportaciones:

Uno es riguroso cuando pone límites claros en la defensa de la intimidad y eso es algo positivo. Sin embargo también puede acarrear ser demasiado cortante en las relaciones o perderlas por un exceso de rigurosidad.

Ser riguroso consiste en ser disciplinado, en establecer unas normas que garanticen el orden y el bienestar. Sin embargo, esto puede provocar también imponer a otros nuestras normas y valores y, en el caso de uno mismo, ser demasiado autoexigente.

Ser riguroso es establecer una rutina y cumplirla para conseguir algo, pero eso nos puede dificultar hacer frente a las situaciones nuevas que se producen y que se salen de la rutina. 

Ser riguroso es elegir un camino en que sabes a dónde vas, con quién y para qué, y no desviarte. Sin embargo, esto puede ser problemático cuando seguimos un camino sin saber realmente a dónde, con quién y para qué lo seguimos, o cuando seguimos un camino y no nos damos cuenta de que ya no sirve.

Así pues, ser inflexibles en los límites, las normas, las rutinas o el camino, puede suponer una manera de mejorar pero también puede ser problemático. Ahora bien, ¿por qué nos comportamos de esta manera? ¿De dónde proviene esa tendencia a ser excesivamente severos, rigurosos o inflexibles? Respuestas:

De una vida dura con unos objetivos difíciles de cumplir.

Del deseo de inculcar a los hijos determinados valores.

De la necesidad de demostrar que tenemos poder y autoridad sobre alguien (aunque también se apuntó que somos rigurosos con quien podemos ser, normalmente alguien más débil o inferior en jerarquía).

De una forma de entender la religión y el poder de la iglesia.

Del enfado, del dolor o de la ceguera o inconsciencia de nuestros comportamientos.

De la necesidad de ser exigentes con nosotros mismos en busca de un cierto perfeccionismo.

La severidad podría estar relacionada incluso con un rol de género, aunque no se profundizó en ello,

En el caso de que sean los hijos rigurosos con los padres, se dieron dos posibles causas. Una: que el padre o la madre no cumpla las expectativas que los hijos han depositado en ellos. Dos: que los hijos devuelvan a sus padres la rectitud en la que fueron educados.

Por último, pregunté qué relación existe entre la rigurosidad y la edad y se apuntaron dos tipos de procesos:

Algunas personas confesaron ser más rigurosos con la edad debido a que han tomado más conciencia de sus capacidades, dan más importancia o valor a algunas cosas, piensan más en lo que hacen... Otras, sin embargo, con la edad se han hecho más flexibles por necesidad, ya que la rigurosidad puede provocar malestar y dificultad para cambiar como persona. Por ello, esa severidad puede ser como una losa que, cuando nos zafamos de ella, descansamos y nos damos el derecho a meter la pata y equivocarnos.

Fue una sesión muy viva, intensa, con muchas intervenciones y con muchos testimonios personales, ya que todos hemos vivido más o menos esa rectitud, exigencia o severidad.  Fue importante ver los dos lados de la cuestión,  y se recalcó que lo fundamental, como dijo Aristóteles, es buscar esa medida, ese término medio entre la rigurosidad y la flexibilidad.


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