- ¿Por qué desde los poderes públicos no se fomenta el diálogo para la resolución de problemas?
- ¿Por qué está en peligro la democracia en el mundo?
- ¿Cómo vivir en una sociedad en la que la verdad y la mentira están al mismo nivel?
- ¿La vida en general es política?
- ¿Por qué somos tan desconfiados?
Elegida la número 3, he aquí algunas aportaciones del diálogo:
En primer lugar, se planteó el problema de cómo distinguir la verdad y la mentira. Pregunté qué criterios podrían sernos válidos y se propusieron algunos, alrededor de los cuales sobrevoló la diferencia entre hechos y opiniones, entre conocimientos y valores. Por supuesto, ninguno se propuso como criterio absoluto de verdad, sino como un recurso que puede ser útil en determinadas ocasiones.
- Criterio ideológico: resultó problemático y no fue aceptado por la mayoría de los asistentes, pues la ideología no supone una verdad con respecto a otra ideología, ya que las ideologías están basadas en distintas formas de entender una sociedad justa. Incluso pueden funcionar como orejeras que nos impiden reconocer la verdad.
- Credibilidad personal basada en una trayectoria de coherencia entre lo que alguien dice y hace.
- La ciencia como criterio de verdad debido a su método de verificación, aunque se mencionó que puede responder también a determinados intereses.
- El contraste con los datos que sustenten cualquier afrmación.
- La simplicidad emocional como una forma de alejarse de la verdad, pues todo aquello que simplifique excesivamente la realidad y se base en el sentimiento, nos aleja de la verdad.
- El compromiso con la verdad, mostrar una disposición y voluntad de hallar la verdad.
- La suspensión del juicio, es decir, no precipitarse a la hora de establecer algo como verdad o mentira y optar por investigar y contrastar lo que recibimos.
- Una mente abierta y permeable, pero estando alerta ante aquellas afirmaciones que me chirríen o que vayan contra el sentido común o contra conocimientos ya establecidos.
- Una buena dosis de aceptación (con positividad), que no de resignación (pues es negativa), ante la realidad actual en la que la verdad y la mentira son tan difíciles de distinguir.
- Humildad para reconocer nuestras limitaciones.
Por último, se planteó la cuestión de cómo llevar estas disposiciones personales a un nivel social y se propusieron cosas como el activismo o la participación social en distintos foros, como por ejemplo, la organización y participación en estos cafés filosóficos.
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