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- ¿Cómo nos puede ayudar la filosofía en el crecimiento personal?
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FILOCAFÉ DEL JUEVES 26: ¿PODEMOS APRENDER ALGO DE LAS COSAS MALAS QUE NOS PASAN?
- Es curioso observar el proceso desde un tema o idea inicial hasta la pregunta, pues supone en algunos caso un previo esfuerzo de clarificación: ordenar las ideas y formularlas con palabras no es tarea fácil. Un buen ejercicio podría ser plantearse una pregunta al día y observar cómo hemos llegado hasta ella.
- Tuvimos bastante trabajo a la hora de interpretar el término "cosas malas". Por una parte, se postuló la dificultad de acotarlo debido a la subjetividad con la que podemos entenderlo. Pero, por otra parte, se propusieron dos criterios para poder interpretarlo. Uno era un criterio temporal: hay cosas malas a corto plazo y a largo plazo (la muerte o la enfermedad) y cosas malas a corto plazo que a largo plazo pueden ser buenas (perder el empleo). El otro era un criterio según seamos agentes o pacientes: hay cosas malas que se padecen porque no dependen de nosotros (pacientes), y hay cosas malas que dependen de nosotros y de las que somos agentes (errores, equivocaciones).
Algunas respuestas a la pregunta:
- Podemos aprender a mejorar nuestras decisiones futuras.
- Podemos aprender a no volver a cometer errores.
- El aprendizaje va a depender de la intensidad de la situación (cuanto más intensa más se aprende) y de las habilidades que uno tenga para aprender. Dentro de estas habilidades se citó la capacidad de relativizar o quitar importancia a la situación. Una de las formas de relativizar es la comparación, bien sea con situaciones propias anteriores o con situaciones ajenas peores. Otra forma de quitar importancia fue ignorar el problema, pero se quedó en el aire esta cuestión: ¿ignorar un problema es relativizarlo?
- El aprendizaje dependerá también de la autoestima (cuanto mayor autoestima, más aprendizaje) y del temperamento: si el temperamento es impulsivo el aprendizaje será menor y si el temperamento es reflexivo el aprendizaje será mayor.
- También hubo quien respondió negativamente a la pregunta aduciendo que "lo malo se vive y experimenta pero no enseña nada", aunque a través del cuestionamiento llegó a aceptar que sí, que se puede aprender, por ejemplo, a vivir más en el ahora y que esas situaciones producen un autoconocimiento, lo cual implica un aprendizaje. (Ahora pienso que la postura negativa inicial se podría haber defendido con este argumento: el aprendizaje requiere cierta conciencia y distanciamiento de la situación, y cuando estamos totalmente centrados en la experiencia del dolor, no se produce esa conciencia o distanciamiento).
- Fue interesante el comentario de la participante de que yo le limitaba mucho con mis preguntas. Sin embargo, los límites en un diálogo son imprescindibles para no terminar divagando. Además, los límites nacen tanto de las preguntas como de las propias respuestas que dan los participantes. Lo chocante para algunas personas es que con el hilo "pregunta-respuesta-pregunta" se van tejiendo los límites del diálogo, lo cual nos puede obligar a cambiar nuestro posicionamiento. Por eso a veces esos cambios se producen a regañadientes, con cierta resistencia, pese a que la lógica del diálogo nos obligue a ello. Pienso que tras esa queja suele estar la contrariedad de que "quiero seguir pensando lo mismo pese a que ya no puedo seguir pensando lo mismo". ¡Pero esa es precisamente una experiencia filosófica!
FILOCAFÉ DEL VIERNES 27: ¿CÓMO PUEDE AYUDARNOS LA FILOSOFÍA EN EL CRECIMIENTO PERSONAL?
En esta ocasión fue el término "crecimiento personal" el que nos dio problemas. Les propuse, en principio, dar por válido el concepto (aunque es muy criticado por ser individualista y comercial, entre otras razones) e incluir en él aspectos en los que todos estuviérmos de acuerdo. El proceso fue arduo y costoso, pero eficaz, pues llegamos a algunas concreciones (problemáticas también, claro). Acordamos que crecimiento equivale al desarrollo de lo mejor de una persona. Ahora bien, ¿qué desarrollamos? Hubo acuerdo en los siguientes aspectos:- Desarrollamos nuestros conocimientos y sabiduría. Aquí hubo que hacer un inciso para diferenciar ambos términos. Grosso modo, el conocimiento sería el conjunto de datos e información y la sabiduría incluiría los valores éticos.
- Desarrollamos nuestra capacidad de reaccionar favorablemente ante determinados estímulos.
- Desarrollamos la capacidad de hacer las cosas bien, sin culpabizlizarnos para conseguir la felicidad.
- Desarrollamos habilidades sociales como la asertividad, la empatía y la escucha empática.
Sin embargo, no hubo acuerdo en los siguientes aspectos:
- Formación académica. Aquí el problema que apareció fue el del contexto, ya que puede haber contextos en los que una formación escolar contribuya al crecimiento personal (¿contexto urbano-tecnocientífico?) y contextos en los que esa formación no sea necesaria (¿contexto natural-rural?). Aquí cité las palabras del escritor portugués José Saramago: "El hombre más sabio que conocí no sabía leer ni escribir. Era mi abuelo materno y, aunque analfabeto, era un sabio en su relación con el mundo. Era pastor y había armonía en cada palabra que pronunciaba. Era una pieza en el mundo. No era apático, ni resignado, tenía que ver directamente con la naturaleza: un ser humano directamente conectado con la naturaleza, como los árboles de su huerto, de los cuales se despidió cuando tuvo que viajar a Lisboa. Les abrazó y se despidió de ellos, de su naturaleza, porque sabía que se iba a Lisboa a morir".
- El aspecto laboral. Hubo que diferenciar entre un trabajo con el que uno se identifica y con el que no se identifica aunque se adapte a él (¿alienación?). El trabajo puede ayudarnos a desarrollar lo mejor de nosotros a nivel individual y social, pero algunas personas no lo veían claro, incluso se llegó a defender la posibilidad del crecimiento personal sin trabajar.
- Desarrollar la dimensión espiritual, lo cual también resultó problemático por la dificultad de definir "lo espiritual". Se habló de lo no material, lo no tangible, lo no físico, lo supra, lo transcendente... pero tampoco se consideró que fuera necesario para el desarrollo personal
- A través del autoconocimiento.
- A través del sentido autocrítico.
- A través de las preguntas fundamentales como quién soy, qué hago aquí o de dónde vengo.
- A través de la coherencia entre lo que pienso y lo que hago.
- A través de la aceptación.
FILOCAFÉ CON NIÑOS DEL SÁBADO 28
Acudieron 7 niños: seis chicas y un chico.
Les propuse la actividad "Preguntarse unos a otros" de Óscar Brenifier, recogida en su libro "La práctica de la filosofía en la escuela primaria" y adaptada por Antonio Sánchez Millán en su libro "Filosofar es cosas de niños", en el taller "El juego del conocimiento: ¿Qué queréis saber?".
Así como en otros talleres con niños la participación fue muy fluida y espontánea, en este tuve que hacer un gran esfuerzo para que hablaran. Apunto dos factores que pudieron influir. Por una parte, la diferencia de edad entre ellos, por lo cual la capacidad de articular y expresar las ideas era también diferente. Otro factor pudo ser la presencia de los padres, a los que permití asistir al taller como espectadores detrás de los niños.- ¿Para qué gira la Tierra?
- ¿Para qué existen los planetas?
- ¿Por qué los conejos son blancos?
- ¿Cuántas hojas hay en el mundo?
- ¿Cuántas personas hay en el mundo?
Es curioso comprobar la tendencia de cada niño. A una niña le preocupaba el sentido (¿para qué?), a otra la causa (¿por qué?) y al tercero la cantidad (¿cuánto?). Quién sabe, quizá cada uno de ellos sea en potencia una filósofa, una científica y un matemático.
El juego consistía en elegir una pregunta, que dieran una respuesta, elegir una respuesta y que el resto de participante hicieran preguntas al autor de la respuesta. Eligieron "¿Para qué existen los planetas?" Una respuesta fue "Para que vivan las personas", que tuvo como objeción que "en la mayoría de planetas conocidos noy viven personas". La segunda pregunta elegida fue "¿Cuántas personas hay en el mundo?", con respuestas como "un millón" o "miles", lo cual dio pie a pensar para qué sirve saber estos datos.
En una segunda parte, les leí el cuento "La camisa del hombre feliz", de León Tolstói y luego les planteé algunas preguntas como cuál era la enfermedad del zar, por qué el trovador sabía cuál era el remedio para curarle y qué es lo más importante para ser feliz.
Trabajé con ellos aspectos como formular preguntas e hipótesis, plantear alguna objeción a la hipótesis, argumentar, reformular lo dicho por otra persona, reconocer cuándo hay un problema, elegir entre varias opciones, recordar qué estamos haciendo tras desviarnos de una cuestión...
Termino agradeciendo a Mertxe las fotos y a Fernando por prestarse a imprimir papelitos con mi correo electrónico para repartirlo entre los asistentes para acceder al blog, agujereándolos y uniéndolos con una cuerdita. Gracias también al Ayuntamiento de Benavente, a su concejala Mercedes Benítez y a las responsables de la Casa de Solita.¡Ah! Y mención especial a Yolanda por asistir a los tres cafés filosóficos: dos como participante y uno como madre de una niña. Ella sí ha corrido su maratón filosófico de san Silvestre con 6 horas de intensa filosofía.
Cualquier comentario sobre las sesiones será bienvenido.