martes, 29 de julio de 2014

ALGUNAS COSAS QUE DEBEMOS CREER SEAN CIERTAS O NO...

... y que muchos no creerán y otros sonreirán descreída y mezquinamente al oírlas. La escena es un extracto de El secreto de los Mccann, una bienintencionada y, sobre todo para ver con niños, muy recomendable película norteamericana del año 2003 y dirigida Tim McCanlies, quien también es autor del guión. El adolescente Walter es enviado por su madre a pasar el verano con dos tíos que viven en una granja. Tanto uno como los otros se beneficiarán de la relación que establezcan entre ellos. Harto de las mentiras de su madre, el joven pregunta a su tío si las historias que le cuentan (y que no voy a desvelar) son ciertas y puede creerlas. Entonces, uno de los tíos le da a su sobrino la mitad de un discurso que tiene preparado para cuando un joven se va a convertir en adulto. He aquí ese breve mensaje de minuto y medio.




Es curioso lo trasnochados que parecen en nuestra época este tipo valores mencionados que nos recuerdan, tal y como reza el subtítulo de este blog, quiénes somos y para qué estamos aquí. De ahí ese mohín de hastío o escepticismo que algunas personas ponen al oír hablar "del mismo rollo de siempre" porque, ciertamente, conceptos como "honor", "valor" y, no te digo nada, "virtud" o "amor auténtico" suena a antigualla, a rancio, a iluso, a algo que va contra el espíritu de nuestro tiempo. Quizá por eso hacía Machado tan acertadamente aquella aclaración de que "soy, en el buen sentido de la palabra, bueno". Y si no, haz la prueba, pásate por los programas televisivos de más audiencia o por las avenidas más concurridas de Internet y luego pronuncia: "bueno", "honor", "valor", "virtud", "amor", verás cómo chirrían. Verás cómo muchos entienden ser bueno (honorable, virtuoso...) en el mal sentido de la palabra. Y, sin embargo, a mí se me antoja que estas ideas son, tal y como decía el poeta Joxean Artze, "iturri zaharreko ur berria", es decir, agua nueva de una vieja fuente, pues esos valores provienen de una sabiduría muy antigua que hallaron ya los seres humanos de hace miles de años. Pero, aun siendo viejos, no nos engañemos, son los únicos valores, junto a otros, que tienen la capacidad de renovarnos y serán el único salvavidas al que la humanidad podrá agarrarse cuando no tenga más remedio que replantearse seriamente, y por pura necesidad de supervivencia, su futuro, cuando alguna crisis global de las que proliferen en un futuro (elige la que más te guste: crisis económica, bélica, medioambiental, humanitaria, epidémica, de valores...) nos obligue a cambiar si no queremos irnos al carajo.  

Para terminar, os transcribo las frases del tío, alguna de las cuales tiene mucha... (no me resisto a decirlo) enjundia:  “A veces, las cosas que pueden no ser ciertas son aquellas en las que el hombre más necesita creer, como que, básicamente, la gente es buena; que el honor, el valor y la virtud lo son todo; que el dinero y el poder, el poder y el dinero no significan nada; que el bien siempre vence sobre el mal. Y esto no lo olvides: que el amor verdadero... ese nunca muere. Recuérdalo, hijo, recuérdalo. Da lo mismo que sea verdad o no, debemos creer en todo eso porque son las cosas que realmente valen la pena. ¿Entendido?" Y os cito para otra ocasión para aclarar algún término (¿qué demonios es el honor?) o contextualizar alguna afirmación (¿seguro que el poder y el dinero no son nada?).

Mientras tanto, ¡disfrutad y afilad bien la sierra estas vacaciones!


1 comentario:

  1. a veces comparando lo que vemos en muchos programas de televisión, hace que percibimos con enorme felicidad esos pequeños gestos de amor, amistad que suceden alrededor nuestro todos los días. gracias a esas personas que siguen enseñando y compartiendo su sabiduría.

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