El pasado día 10 de noviembre dimos comienzo en UGLE al curso de Excelencia
Personal, centrado en el desarrollo personal basado en valores. El primero de
estos valores fue el de la proactividad y respons(h)abilidad. Si la escribo con esa “h” es porque quiero recalcar que esa capacidad, que consiste en asumir radicalmente el hecho de que cada uno es el auténtico protagonista y responsable de lo que hace y no hace en cualquier circunstancia, es una habilidad que se puede
aprender, desarrollar y mejorar.
Os lo van a explicar mejor las alumnas del curso. Aquí tenéis unas muy
sugerentes y valientes reflexiones suyas sobre este primer tema que irán apareciendo en sucesivas entradas:
A decir verdad, se me hace muy difícil cambiar. No era consciente de la actitud negativa que adoptamos en general y, en el trabajo, me doy cuenta de algunas cosas tratadas en el curso. Por ejemplo, esa necesidad de buscar culpables de lo que nos pasa, en lugar de asumir nuestra responsabilidad. Y lo fácil que es ver los fallos de los demás. Tengo que confesar que todavía no he puesto en práctica lo aprendido en el curso, porque son muchos años actuando de la misma manera, pero es verdad que el cambio es necesario. No sé muy bien todavía cómo se puede utilizar lo aprendido en el curso para mejorar, cómo empezar a cambiar y cómo empezar a tomar otra actitud que me lleve, precisamente, a ser protagonista. Veo muy claro que es muy cómodo estar en el papel de víctima y no nos damos cuenta de que eso no nos beneficia. Una conclusión que yo saco es que ser libre y responsable no es tan fácil.
No he aprendido a tener la iniciativa; más bien me dejo llevar por las circunstancias y las personas que me rodean.
Me controlan las situaciones sin ser yo capaz de poder controlarlas.
Me defino a mí misma como una persona defensiva y autoprotectora.
Esto no es nuevo en mi vida, pero me doy cuenta de que hasta ahora no habría sido capaz de definirme como acabo de hacerlo.
ROSA LLORENTE
Esta persona era yo misma, mi YO bipolar, la que me dice lo que debería hacer (el motor automático, lo que es correcto y lo que no, la que decidía: “esto es así y punto y te lo comes con patatas”…) y la que, a la vez, me frena y me ayuda a estar (“si no te aporta nada, ¿por qué lo sigues haciendo? Lo has hecho lo mejor que podías, no lo puedes cambiar todo”).
Todos tenemos un YO que tendremos que desarrollar. En nuestras manos está potenciarlo o dejarlo estar, seguir adelante o dejarnos comer. Es nuestra respons(h)abilidad, solo nuestra.
Proactividad: bonita palabra, la cual no estaba en mi vocabulario pero que, a veces, con mis acciones yo la utilizaba. Yo utilizo la expresión “coger el toro por los cuernos”, en vez de "proactividad", cuando tengo que hacer frente a situaciones que la mayoría de las veces no son de mi agrado, porque requieren replantearse muchas cosas en mi vida.
Puede ser algo tan pequeño como una discusión por el orden o limpieza de un cuarto, o tan grande como replantearte situaciones de mayor envergadura, como mi futuro laboral, familiar, etc.
La responsable de las decisiones que tome seré yo, y el miedo a no tomar la decisión correcta, hace que piense mucho en las consecuencias de mis actos.
Estoy aprendiendo que decir las cosas de diferente manera, surte un efecto más positivo, si soy consciente de ello y la manera de expresarlo, y repercute de manera más positiva en todo mi entorno.
Mi gran reto es seguir trabajando en ello y no desanimarme es mi objetivo principal en estos momentos.
MANOLI PÉREZ
El martes me visitó un amigo: “¡no sé qué hacer, estoy agobiadísimo!”, “y eso”, “el trabajo me tiene superocupado, tengo tres reuniones, se me ha olvidado hacer lo que tenía que hacer por tercera vez…”. Se desahogó y se quedó a la espera de una respuesta, que durante muchos años solía ser: “¡Ea, ea! ¡qué injusta es la vida!, ¿verdad?”. Y se sorprendió con la nueva respuesta: “¿Y qué piensas hacer? ¿Igual deberías bajar el pistón?”. Era verdad, bajó el pistón, miró arriba y respiró.
Esta persona era yo misma, mi YO bipolar, la que me dice lo que debería hacer (el motor automático, lo que es correcto y lo que no, la que decidía: “esto es así y punto y te lo comes con patatas”…) y la que, a la vez, me frena y me ayuda a estar (“si no te aporta nada, ¿por qué lo sigues haciendo? Lo has hecho lo mejor que podías, no lo puedes cambiar todo”).
Todos tenemos un YO que tendremos que desarrollar. En nuestras manos está potenciarlo o dejarlo estar, seguir adelante o dejarnos comer. Es nuestra respons(h)abilidad, solo nuestra.
IDOIA RAMIREZ DE OKARIZ
FOTOGRAFÍAS: MERTXE PEÑA
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