lunes, 6 de julio de 2015

DOS PEQUEÑOS GRANDES RECONOCIMIENTOS DE GAINZURI

Gainzuri es el colegio público de Zubi y, antes de terminar este curso, no quiero dejar sin agradecer los dos pequeños reconocimientos que hemos recibido desde allí.

El primero se lo debemos a su actual director, Iñaki Etxaniz. Iñaki fue mi alumno de Filosofía cuando yo hacía mis pinitos de profesor en La Salle y guarda entre sus recuerdos el hecho de que yo le animara a estudiar Magisterio, cosa que, según él, fue determinante para que lo hiciera. Es un ejemplo de algo en lo que he reflexionado mucho: el poder (y responsabilidad) que tenemos los docentes y orientadores a la hora de incidir en el futuro académico y profesional de muchos alumnos que no tienen nada claro por dónde dirigir sus pasos.

El caso es que fue un acierto y ahora vive su profesión de "maisu" (maestro) y su cargo de director con un entusiasmo y una pasión envidiables. El entusiasmo le lleva a ver el futuro de la educación con optimismo y confianza (pues ¿qué otra opción digna hay para quien se dedica a la educación de niños y jóvenes?) La pasión, por su parte, le hace vivir el día a día con la misma fuerza que proporciona sentir que te estás dedicando a aquello para lo que estás hecho (antes se llamaba "vocación" y se consideraba muy importante a la hora de elegir una profesión). Por si fuera poco, es joven y todavía no se ha "quemado" ni ha desarrollado ninguno de los síntomas propios de la enseñanza tales como la amargura, la desilusión, el hastío o el cinismo que, si no estás muy al loro, se van apoderando cuando llevas unos cuantos años. Sin embargo, Iñaki es el prototipo de persona "creacrítica", que aúna creatividad y sentido crítico (en el fondo, lleva a un filósofo dentro). Quizá por eso tuvo la deferencia de leerse el trabajo ganador del concurso Filosofía de Urgencia que ganaron los alumnos de Bachillerato de UGLE y presentarlo en el claustro de Gainzuri como un ejemplo de innovación educativa, ya que el trabajo estaba hecho a partir de noticias de prensa recogidas por los alumnos, de las preguntas que esas noticias suscitaban en ellos y del debate crítico posterior. Así pues, Iñaki, te doy las gracias.

El segundo reconocimiento ha tenido un origen distinto, aunque venga también de Gainzuri. El hecho es que el 25 de abril se celebra el día del libro y en Gainzuri suelen invitar a los padres a que vayamos al aula de nuestros hijos a contar o leer algún cuento. Yo me presté a ello en el grupo de mi hijo de 7 años, aunque estuviera de baja recuperándome de la rotura de peroné, y me preparé el cuento Zapatagorri. Sin embargo, en la consulta que tuve con el médico cinco días antes, el 20 de abril, éste me dio el alta. La primera idea fue: "Pues ya no puedo ir a contar el cuento". Pero a continuación pensé: "¿Y por qué no voy a contar el cuento con mis alumnos?" Dicho y hecho: en cuanto me incorporé al trabajo, en un par de horas preparé con mis alumnos de Bachillerato el cuento: mientras yo lo narraba, ellos representaban  a los distintos personajes. La experiencia fue muy gratificante para todos. 


Además, después realicé un pequeño taller filosófico con los niños sobre alguno de los temas que planteaba el cuento y me quedé sorprendido por varias razones. En primer lugar, por las ganas de pensar que tienen muchos niños ante preguntas abiertas; ganas de pensar que, paradójicamente, la escuela se encargará de eliminar al hacerle tragar y memorizar tantas y tantas respuestas ya hechas. En segundo lugar, por la profundidad de algunas respuestas. Por ejemplo, ante la pregunta: "¿qué es lo que te da miedo actualmente?", las respuestas más habituales fueron animales de todo tipo, pero también alguien respondíó "los asesinatos". Aunque la respuestá más chocante, fue la de un niño que respondió: "no existir". ¡Con 7 años!

Pues bien, al cabo de unos días recibí a través de mi hijo Paulo una cartulina en formato de cuaderno con unas dedicatorias y una fotografía que las podéis ver aquí. Lo cual, aparte de darnos mucha alegría a mis alumnos y a mí, es un buen ejemplo del buen hacer de esas "andereños" o señoritas que han utilizado la mejor manera de enseñar el reconocimiento a los niños: hacerlo. Eskerrik asko!


















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