Ayer, cuando en la escuela se
convocó por megafonía a los delegados a una reunión para comenzar el procedimiento que
permite a los alumnos votar ante la convocatoria de huelga de hoy contra el
cambio climático, el grupo en el que estaba dando clase estalló de júbilo y llegó hasta
aplaudir ante la perspectiva de no venir hoy a clase. Ante semejante entusiasmo,
me acordé de un cuentito escrito en 1843 por el filósofo danés Soren
Kierkegaard, uno de esos relatos premonitorios,
en los que el autor intuye que en un futuro va a ocurrir algo de lo que apenas
había indicios en su época. El cuento, brevísimo, es el siguiente:

Hoy en día los payasos (los
científicos) siguen ahí, saliendo una y otra vez al proscenio para avisarnos de
que hay un incendio. Pero, ¿ha cambiado la actitud jubilosa del
respetable público?
Algunos días pienso que sí, que
la concienciación y la movilización son cada vez mayores y crecen de forma imparable en todas las edades y sectores sociales. Y me pongo optimista.
Pero otros días lo veo todo mucho más negro, y creo seguir viendo al respetable
público (en el que me incluyo) inmerso en su júbilo, todos muy políticamente correctos en contra del cambio climático, claro, pero riendo uno tras otro el interminable torrente de chistes que circulan en las redes
sociales y poco dados a reflexionar sobre nuestras propias contradicciones y los cambios y renuncias a los que tendríamos que hacer frente si fuéramos consecuentes.
Me parece que lo que dice tiene razón los alumnos votamos a ciegas a las huelgas por los días de fiesta sin saber siquiera a que se debe la huelga y eso es algo que se debería de cambiar de forma rápida
ResponderEliminarTranquilo, yo también sucumbí en mi época a hacer "huelgas de fiesta". Lo importante no es ser siempre coherente, pues nuestras debilidades lo hacen casi imposible, sino ser consciente de ello.
EliminarUna reflexión inquietante. Pero siempre será mejor perecer entre risas que entre llantos. La ignorancia siempre nos hace felices. Y si, por un casual, nos hacemos plenamente conscientes, nunca nos faltarán los inhibidores de recaptacion de serotonina.
ResponderEliminarPrecisamente, para eso está la filosofía desde tiempos de Platón: para sacarnos de la caverna de la ceguera (no sé que no sé) o de la ignorancia (sé que no sé), hacernos conscientes (sé que sé) y conseguir una sabiduría que nos permita vivir (o morir) con cierta dignidad, pero no morir por nuestra negligencia, pues ésta haría difícil morir con dignidad.
Eliminar