martes, 23 de julio de 2019

CAFÉ FILOSÓFICO: ¿EN QUÉ CONSISTE LA BUENA EDUCACIÓN?

Este miércoles 24 de julio a las 19:00 haremos el último café filosófico de verano en Zumarraga. 

El miércoles pasado nos reunimos 12 personas (8 mujeres y 4 hombres) y se propusieron la siguientes cuestiones:

  • ¿El cultivo de la amistad tiene un precio?
  • ¿Aquí y en este momento estamos haciendo nosotros cultura vasca?
  • ¿Cuál es el límite entre la cordura y la locura?
  • ¿En qué consiste la buena educación?
Tras un empate, en la segunda votación salió ganadora la última pregunta. El diálogo tuvo dos partes bien diferenciadas. En la primera se respondió a la pregunta de diversas maneras. He aquí algunas. La buena educación: 

  • Consiste en adaptarse a los personas y a las normas de un entorno socio-cultural.
  • En el entorno familiar, consiste en proporcionar amor y establecer unos límites, y en el ámbito escolar o público, consiste en educar a (buenos) ciudadanos.
  • Consiste en transmitir una percepción ético-moral y desarrollar el pensamiento crítico.
  • Consiste en desarrollar el potencial de una persona.

En cuanto a los ámbitos, hubo varias propuestas. Una iba dirigida a distinguir la familia como ámbito propiamente educativo y la escuela o ámbito público, más destinado a transmitir enseñanzas, conocimientos o los ya citados valores de la ciudadanía. Otra propuesta iba dirigida a no diferenciar ámbitos, pues la educación debe darse de manera transversal en cualquier sitio.

La segunda parte se desvió del tema principal y surgió a partir de una intervención que defendía que, el amor, como elemento imprescindible de la buena educación, debía darse no solo en la familia, sino también en la escuela, de donde se llegó a la idea de que los maestros pueden amar a sus alumnos como si fueran sus padres. Frente a esta posición apareció otra, la de que no es posible que los maestros pueden amar a sus alumnos como si fueran sus padres, debido a que los docentes no tienen tiempo material para ello, tienen muchos niños y no tienen el mismo vínculo emocional que tienen sus padres con ellos, pues el amor familiar, entre otras cosas, es incondicional. Incluso una participante defendió que los maestros no deberían amar a sus alumnos como si fueran sus padres, pues no es su función, para la cual ya están los padres. Sin embargo, por la otra parte se adujo que ni el tiempo ni la cantidad de alumnos influyen en el amor de un docente y, además, éste puede establecer el mismo vínculo emocional que los padres. Viendo que era difícil cerrar la cuestión, como ocurre normalmente en filosofía, decidí averiguar qué decía el sentido común de los asistentes. Pero estos también se mostraron divididos: la mitad de los asistentes defendió una posición y la otra mitad defendió la otra. Sin embargo, ante la pregunta sobre quiénes de ellos habían recibido un amor paterno-filial por parte de sus maestros, solo una persona  levantó la mano y el resto reconoció que no. Esto se explicó aduciendo que la enseñanza antigua no permitía que los maestros amaran a sus alumnos, mientras que la enseñanza actual, sí.

Esta parte del diálogo fue intensa y, a mi juicio, la cuestión de fondo en la que no llegamos a entrar pero que estuvo sobrevolando durante todo el debate fue qué es el amor o, por lo menos, la cuestión de si cuando hablamos de que "los padres aman a sus hijos" y de que "los maestros aman a sus alumnos", estamos hablando del mismo amor o de diferente. Quizá por eso al final se utilizó un argumento falaz para defender que los maestros también aman a sus alumnos. También hubo quien negó la existencia del amor incondicional. 

Como no había tiempo para más, algunas cosas se quedaron en el tintero. Rescato tres:
  • ¿Existe el amor incondicional o todo amor es condicional, incluso el amor a los hijos?
  • ¿Deben los maestros querer a sus alumnos como los quieren sus padres?
  • ¿Existe alguna diferencia entre el amor que dan los padres y el amor que dan los maestros? 
Esta última cuestión les propuse como ejercicio filosófico para realizar a lo largo de la semana.






martes, 16 de julio de 2019

CAFÉ FILOSÓFICO: ¿CULPABLE O INOCENTE?

Este miércoles 17 de julio, llevaremos a cabo el próximo café filosófico a las 19:00 horas. 

Por lo que respecta al café del pasado 10 de julio, nos reunimos 16 personas (9 mujeres y 7 hombres). En julio ha aumentado la afluencia de gente y la cantidad de hombres y mujeres se equilibra más. Se plantearon las preguntas:

  • ¿Hacia dónde se dirige la ciudad?
  • ¿Culpables o inocentes?
  • ¿Qué es el amor?
  • ¿Somos más adictos al juego ahora que antes?
Elegido el tema "¿Culpables o inocentes?", el diálogo empezó a girar en torno al sentimiento de culpabilidad, pero nos costó centrar el aspecto de la culpabilidad sobre el cual reflexionar. 

La pregunta fue problematizada dos veces. En la primera, se puso de relieve que faltaba un contexto o situación sobre el cual dirimir la cuestión. Es lo que suele ocurrir con las preguntas abstractas, que luego cada participante va "aterrizando" en lugares distintos y el diálogo se dispersa (para bien o para mal). Además, la pregunta inicial no es un mero título o pregunta retórica, sino una cuestión que hay que responder y sobre la cual se va a iniciar el diálogo. La segunda crítica se dirigió hacia el hecho de que la pregunta tenía un supuesto: la disyunción, mientras que, en realidad, no se trata de una disyunción, pues la culpabilidad y la inocencia van juntas. 

Poco a poco, fueron apareciendo algunas distinciones. Por una parte, unos apoyaban la idea de que la culpabilidad es un sentimiento útil y conveniente, pues gracias a lo desagradables que es, puede evitar que volvamos a realizar una mala acción, mientras que otra postura apoyaba la inutilidad de ese sentimiento que solo sirve para sentirse mal. 


Otra distinción diferenciaba culpabilidad desde un punto de vista "psicológico" (yo me siento culpable) y desde un punto de vista social, político o jurídico. En este sentido se apuntó la posibilidad de sentirse culpable sin serlo, y viceversa, ser culpable (como el nazi Adolf Eichmann) y no sentirse culpable. 

También apareció la diferencia entre la culpabilidad y la responsabilidad: La primera tiene una connotación religiosa (acompañada de autodesprecio) mientras que la responsabilidad asume lo hecho (o no hecho) pero no va acompañada de autodesprecio). 

Otro intento giró en torno a la relación entre la culpabilidad individual y la culpabilidad social. El problema empezó cuando se planteó que la culpabilidad tiene un componente social, es decir, que es la sociedad la que determina nuestro sentimiento de culpabilidad, pues las normas sociales que nos encontramos establecen lo que está bien y lo que está mal y, por lo tanto, cuándo y por qué nos sentimos culpables. Si eso es así, ¿cómo entender la culpabilidad individual? Algunas respuestas apuntaron al hecho de que, aunque sea la sociedad la que condicione nuestro sentimiento de culpabilidad, es cada persona quien debe cómo actuar ante ese condicionamiento.

El diálogo fue intenso pero, a mi juicio, no conseguimos centrarlo desde un principio, quizá porque la pregunta era demasiado abstracta o porque se fueron añadiendo distintos aspectos sobre la culpabilidad sin llegar a relacionarlos adecuadamente.

Gracias a todos los asistentes por acudir. También quiero mencionar y agradecer la presencia y el interés de dos colegas profesores de filosofía pertenecientes a la Asociación de Filosofía ÁGORA, la cual organiza también, aunque con otro formato, cafés filosóficos y otro tipo de actividades con el fin de divulgar la filosofía y sacarla a la calle.


martes, 9 de julio de 2019

HOY, MIÉRCOLES, CAFÉ FILOSÓFICO EN ZUMARRAGA

Café filosófico en Zumarraga. Junio 2019
Hoy miércoles 10 de julio, café filosófico en la Casa de Cultura de Zumarraga a las 19:00.

¿Qué es un café filosófico?

  • Un encuentro para ejercitar el pensamiento a través de un diálogo entre los asistentes.
  • Ejercitar el pensamiento significa hacernos consciente de nuestras ideas, profundizar en ellas y problematizarlas.
  • El diálogo parte de una pregunta propuesta y elegida por los asistentes.
  • Las intervenciones son libres: se puede solo escuchar (que no es poco) y se puede hablar.
  • Antes de hablar, cada persona debe indicar cuál su propósito: responder a la pregunta, problematizarla, explicar algo, rebatir otra idea, preguntar algo...
  • Las intervenciones deben ser claras, breves y argumentadas.
  • Se puede llevar cualquier cosa para beber... y buen humor.

jueves, 4 de julio de 2019

CAFÉ FILOSÓFICO: ¿POR QUÉ GENERA RECHAZO LA INMIGRACIÓN?

Café filosófico en Zumarraga. 22-06-2019. Foto Olatz.
Fuimos 11 personas (9 mujeres y 2 hombres) las que nos reunimos el viernes 21 de junio en torno a las siguientes preguntas:
  • ¿Por qué genera rechazo la inmigración?
  • ¿Está la sinceridad sobrevalorada?
  • ¿Por qué somos solidarios?
  • ¿Debería cambiarse el reparto de las loterías?
Una vez elegida la primera, se fueron sucediendo las (muchas) respuestas. La inmigración genera rechazo por el miedo a lo desconocido o por simple desconocimiento, y ese miedo y desconocimiento (y rechazo) es mayor hacia la gente musulmana. También había quien pensaba que, más que el miedo, son los prejuicios que tenemos los que hacen que rechacemos menos a quienes más se parecen a nosotros y más a quienes se parecen menos. Otra razón es que nos generan rechazo por miedo a perder nuestros privilegios. Aquí abrimos un paréntesis para debatir si nuestros privilegios eran justos o injustos y llegamos a la conclusión de que, por una partes son justos, es decir, fruto de los avances que ha conseguido la cultura occidental pero, por otra, injustos, pues algunos de esos avances se han conseguido aprovechándonos de países que ahora están en la pobreza. También se adujo que rechazamos a los inmigrantes por miedo a perder nuestra calidad de vida al tener que repartir nuestro dinero y nuestros recursos con ellos. Otra razón fue el miedo a perder determinados derechos humanos o que la inserción de inmigrantes con mentalidades diferentes provocara un retroceso en este sentido. Y también apareció el miedo a que cambiaran nuestra cultura y forma de vida.

Café filosófico en Zumarraga. 22-06-2019. Foto Olatz.
Por otra parte, se planteó qué se debería hacer por ambas partes para que disminuyera el rechazo. Por parte de quienes vivimos aquí, se apuntó a la necesidad de ser solidarios y ayudarles, de facilitar su integración y fomentar la comunicación con ellos, tomar medidas a nivel institucional, organizar encuentros interculturales... Y, por parte de los inmigrantes, se apuntó la necesidad de que ellos hagan un esfuerzo por respetar y adaptarse a nuestras normas de convivencia, especialmente en lo referente a las relaciones de género entre hombres y mujeres. 

Por último, algunos de los participantes se mostraron optimistas al pensar que la adaptación e integración se irá produciendo poco a poco. Sin embargo, otros participantes se mostraron más pesimistas al considerar que costará mucho trabajo conseguirlo.

El próximo café filosófico será el miércoles 10 de julio a las 19:00 en la Casa de Cultura de Zumarraga.