- ¿El fin justifica los medios?
- ¿Se debería aceptar la maternidad subrogada?
- ¿El derecho a la vida es un valor absoluto?
- ¿Por qué el ser humano es tan destructivo?
- ¿Hay que poner límites a la tecnología?
- ¿Por qué el estoicismo no es una escuela estudiada actualmente?
- ¿Por qué vivimos en un momento de tanto extremismo? (Resultó elegida)
En cuanto a la forma del diálogo y las actitudes, indagamos en los siguientes aspectos:
- A la hora de proponer preguntas, hay personas que plantean la pregunta de manera escueta; las hay que hacen una introducción y las hay también quienes necesitan explicarla. ¿Por qué algunas personas tienen la tendencia a explicar incluso a explicar aquello que no necesita explicación? Se propusieron algunas hipótesis: ¿Es una muestra de inseguridad que se resuelve con la explicación? ¿Expresa un necesidad de ser comprendido que surge de un sentimiento de ser incomprendido? ¿Quizá de una necesidad de acotar o limitar lo general?
- Apareció también la actitud de hablar sin pedir la palabra (ansiedad e impulsividad). Es muy habitual que, ante algunas ideas tengamos la necesidad de "solucionar" cuestiones que van saliendo y queramos añadir, corregir, matizar, puntualizar... en el momento en que se producen. Nos detuvimos en este comportamiento y llegamos a la conclusión compartida de que es perjudicial para razonar. Aquí he conocido dos tipos de personas: las que han dejado de ir a los cafés porque no pueden hablar cuando quieren y cuanto quieren (lo que les produce ansiedad) y las personas que, aun sintiendo esa ansiedad, siguen yendo a los cafés, precisamente, para regular esa ansiedad, tal y como lo confesaba una participante.
- Volvió a aparecer otra el vez el "para mí". En este caso, el argumento utilizado para no aceptar una idea fue: "porque a mí me gusta lo que me gusta". Se trata de un argumento redundante e indeferenciado que, por una parte, no expresa qué le gusta a la persona y que, por otra, puede valer para defender una cosa y su contraria. Advertimos que, cuando argumentamos, lo hacemos para los demás, no "para mí". Cuando razonamos en grupo, el argumento debe ser claro y comprensible para los demás, lo cual exige descentrarnos, salir del "para mí" y buscar la razón común.
En cuanto al contenido, se propusieron algunas ideas sobre por qué vivimos en un momento de tanto extremismo:
- Por la manipulación de la información: los medios de comunicación manipulan la información para polarizar a la sociedad. Para evitarlo hace falta: contrastar la información, aumentar nuestro conocimiento, capacidad crítica y cultura.
- El extremismo es el resultado de la lucha establecida entre la clase dominante (medios de producción y de comunicación) y la clase dominada (la sociedad). En el caso anterior y en este, se busca una victoria ideológica (ya que estos medios están al servicio de partidos políticos).
- Por la falta de valores en la familia, como, por ejemplo, la ecuanimidad, o capacidad de juzgar las cosas de manera honesta, justa y equilibrada. En este sentido, el extremismo se puede mamar en casa.
- Porque es más fácil defender posturas simples y extremas (negro o blanco) que defender posturas más complejas que exigen un razonamiento y comprender al otro. Además, caemos en el extremismo porque este se contagia y te hace caer en la tribu, en el grupo, que te da seguridad, fuerza, poder y sentimiento de pertenencia.
Por último, agradezco la crítica negativa de un par de participantes: cuando trabajo la actitud de algún participante durante un tiempo existe el peligro de que los otros participantes se desconecten del diálogo y olviden el tema o pregunta. Aunque, para otra participante, no hay desconexión porque en esas actitudes ajenas podemos vernos reflejados todos. Tendré que buscar un punto intermedio.
Otro participante pidió más agilidad en el "debate". Sin embargo, esto lo veo más difícil. Estos cafés no son debates y, por propia experiencia, la agilidad produce prisa, confusión, mucha opinión y poca reflexión.